El encuentro con Anna
Yo un hombre rutinario, de rutinas diarias
Pero todo cambio un día,
Madrugue para ir ese entupido trabajo lleno de borregos simples de neuronas atrofiadas.
Mi primera parada era para desayunar en el café, donde siempre me servían un camarero mediocre que siempre sudaba asta en
Invierno lo cual me daba un asco brutal.
Ese lunes al intentar abrir la puerta siempre por el lado equivocado, la vi.
Ella Anna.
Una espesa cabellera rojiza y una sonrisa perenne.
Mi mundo de rutinas quedo descolocado, ¿Qué hacia ella hay, donde estaba mi camarero mediocre?
Los pasos hasta la barra fueron eternos, sus pequeños ojos verdes se clavan fijos en mi, y con un castellano medio afrancesado me dijo ¡Buenos días!
En 5 años jamás me dieron los buenos días, hay ya me descoloco, yo balbucee
Y respondí, a esa sonrisa perenne...
Que pasaba parecía un idiota como podía cambiar todo mi mundo en un instante.
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